El primer día el cliente le regaló al arquitecto un libro de poesía de Luis Cernuda. El popular poema de Cernuda “Donde habite el olvido” (1932-33), describe un mundo donde uno deja de lado todos sus problemas para conseguir así alcanzar la tan anhelada libertad. Campos Baeza se propuso transmitir los mismos sentimientos que el poema pero traducido al lenguaje arquitectónico.
La planta inferior es muy pesada, gruesos muros de hormigón organizan la distribución de la vivienda; este material da la sensación de cobijo a la vez de dotar de intimidad los diferentes espacios. La relación interior exterior está marcada por las escuetas ventanas que muestran el paisaje como un lienzo bien enmarcado, en ningún momento el paisaje se mete dentro de la vivienda, sino que se siente como algo lejano, algo que se contempla
La estructura de la planta superior es muy ligera a diferencia de la baja, las cristaleras integran el paisaje perfectamente, dando la sensación de que podemos tocar la naturaleza y los arboles. Digamos que es aquí donde fluyen todos los sentimientos de libertad del poema de Cernuda.
Este espacio nos invita a evadirnos del mundo y disfrutar de lectura o buena música.
Mientras que la planta baja nos procura protección e intimidad.
Campos Baeza sabe elegir bastante bien los materiales para expresar sensaciones, ya que en este edificio conviven muy bien la ligereza del acero y el vidrio con lo pesado del hormigón, consiguiendo que el paisaje se pueda disfrutar y que el edificio pueda protegerse de los agentes externos.
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